domingo, 21 de agosto de 2016

estampas literarias, y 7


Austerlitz.   W. G. Sebald

Imagen: Estación de Austerlitz 1935.

sábado, 20 de agosto de 2016

estampas literarias, 6



Austerlitz. W.G. Sebald

Imagen: Cubierta del libro de H. G. Adler


viernes, 19 de agosto de 2016

estampas literarias, 5



Austerlitz. W. G. Sebald

Imagen: Marienbad

estampas literarias, 4



Austerlitz. W. G. Sebald

Imagen: Praga

jueves, 18 de agosto de 2016

estampas literarias 3



Austerlitz.  W.G. Sebald

Imagen: London, Liverpool Street Station


martes, 16 de agosto de 2016

estampas literarias, 2



Austerlitz. W. G.  Sebald

Imagen: Greenwich park.  Turner

lunes, 15 de agosto de 2016

estampas literarias



Austerlitz  W.G. Sebald

Imagen: Barmouth


miércoles, 10 de agosto de 2016

carta abierta a la Sra. Rosa Regás.



Estimada Rosa:

Cuando por unos días cerré mi blog para unas breves vacaciones, dejando colgado un pequeño dibujo acrílico con una gran llave como protagonista,  no sabía que abriría de nuevo el blog con un  motivo relacionado con  ellas, las llaves.

Paseaba a primeros de este mes de agosto con mi marido y mi  nieto por la céntrica Rambla de Cataluña, disfrutando de una preciosa mañana calurosa pero regalada por una brisa suave que todo lo perdonaba. Era media mañana, caminando y en grandes autocares descapotados, que hacían las delicias de mi nieto, guirilandia tenia tomada las céntricas Ramblas, cuando de pronto advertí que me había dejado en casa el plátano de las doce. El chavalín, (21 meses) tiene un estómago de relojero, así que me dispuse a entrar a una frutería y comprarle el condumio; imposible, no hubo manera de encontrar frutería, ni supermercado en la zona, ni en los finos aledaños atestados de comercios de gran relumbrón. ¡Claro, no están esas lujosas cadenas ni esos hermosos locales, para vender plátanos ni coliflores! allí, el que no vende una camisa por menos de 300€ no es nadie. 

En fin, empujando la sillita del niño nos disponíamos a  poner rumbo hacia la periferia de tan elitista barrio en busca de un supermercado vulgar,  cuando se me apareció una señora en un chaflán de la Rambla Cataluña,  una señora alta, pelirroja, elegante, vestida con una sencilla y amplia  camiseta sin etiquetas, de un color granate indefinido sobre la que colgaba un manojo de llaves no como adorno, sino de forma práctica, la misma que yo utilizo cuando salgo a caminar por el parque cercano a casa, o cuando voy simplemente a por pan... así que, instintivamente te paré pensando que  eras vecina del barrio, -para nada una guiri- y preguntarte  dónde podría encontrar un super o una frutería cercana. En el momento que te tuve frente a frente te reconocí, Rosa, admirada mujer, insigne personalidad, editoria, escritora, y hasta  incluso insigne Directora de la Biblioteca Nacional Española hasta que creíste conveniente presentar tu dimisión.   Te saludé con cariño, yo te había conocido precisamente en un original evento por ti organizado en la Biblioteca Nacional, y después de intercambiar unas amables palabras, me indicaste donde encontrar el super más próximo. Nos despedimos ambas con una gran sonrisa y un par de besos.

Rosa, quiero que sepas, que encontré el super, que compré unos plátanos, que aunque parecían un poco verdes, resultó que estaban en su punto, al decir del buen yantar de mi nieto.

Esas llaves colgadas a tu cuello, querida Rosa, fueron clave de un encuentro fortuito, con quizá, la mejor persona que podría haberme encontrado en ese barrio, en esa mañana de primeros de agosto en Barcelona.

Gracias, Rosa, un par de besos

pilar fdez.-pinedo