sábado, 14 de febrero de 2009

relato Nº 9, 2º Concurso de relatos "pequeño formato"







-Venga, abuela, ¡cuéntanos la historia de la mujer silenciosa!
Y ella se hacía la interesante, iba a la cocina a dejar alguna cosa y volvía, nos observaba con ese brillo misterioso en la mirada y por fin se sentaba en el sofá, junto a nosotros, que la atendíamos con ojos como platos.
-Todos los días, hacia las cuatro de la tarde, una mujer entraba al museo. Era morena y tranquila, y siempre llevaba los labios pintados de rojo.
-¿Era guapa? -ya sabíamos que lo era. Conocíamos la historia al dedillo, aunque cada vez que la escucháramos nos fascinase como la primera-. Di, abuela, ¿era guapa?
-Como una estrella de cine. Y muy educada. Al entrar, saludaba con una inclinación de cabeza y se sentaba en el banco, justo enfrente del cuadro. Con el bolso en el regazo y la espalda muy recta, muy recta, como una bailarina.
-¿Y qué cuadro era, abuela?
-Era un autorretrato. O sea, un pintor que se retrató a sí mismo. Pero no con los pinceles en la mano y con su ropa de trabajo, sino vestido muy elegante, como para ir a una fiesta.
-Y el pintor, ¿era guapo?
-Igual que un príncipe. Tenía los ojos grandes de almendra y unos rizos rubios como la miel. Ella no dejaba de mirarlo, en silencio, sin decir ni pío. Con los ojos muy abiertos, así, como vosotros ahora. Día tras día, año tras año, la mujer llegaba y se sentaba frente a él. Y lo miraba. Muchos decían que estaba mal de la cabeza, que si era sordomuda, autista, que si no tenía a dónde ir. Pero eso era porque no le habían mirado a los ojos. Con hacerlo una vez te dabas cuenta de lo que pasaba en realidad.
-¿Qué pasaba, abuela? ¿Qué le pasaba en los ojos a la mujer silenciosa? –Y esta era nuestra parte favorita, lo mejor de la historia.
-No le pasaba nada en los ojos. Eran grandes, negros y con pestañas larguísimas. Lo que se veía, claro como el agua, es que estaba enamorada.
-¡Enamorada!
-Hasta los tuétanos. Y no la culpo. Aquel pintor era un hombre muy guapo. Muy guapo. Un día, el cuadro desapareció. Se armó un gran revuelo, vino la policía, investigaron durante años, pero nunca lo encontraron.
-¿Y la mujer? ¿Qué hizo cuando se enteró?
-Me imagino que se llevaría un tremendo disgusto, pero no lo sé a ciencia cierta. No volvió a aparecer por el museo.
En ese punto, indefectiblemente, se hacía un silencio asombrado, respetuoso, de condolencia por el destino desgraciado de aquel gran amor entre la mujer silenciosa y el pintor guapo. Siempre nos pareció que el final de aquella historia que mi abuela nos contó tantas veces era uno de los más tristes que conocíamos.
La recuerdo muy a menudo. En honor a ella visito, cada vez que puedo, el museo de mi ciudad. Me gusta detenerme unos minutos frente al autorretrato de un célebre pintor, un cuadro que estuvo desaparecido durante casi medio siglo.
Fue recuperado por el Estado el año en que mi abuela murió.









Fotografía: M.S. Nº 9 A. Durero y PFP, composición

5 comentarios:

anareis dijo...

Estou fazendo uma campanha de doações para criar uma minibiblioteca comunitaria na minha comunidade carente aqui no Rio de Janeiro,preciso da ajuda de todos.Doações no Banco do Brasil agencia 3082-1 conta 9.799-3 Que DEUS abençõe todos nos.Meu e-mail asilvareis10@gmail.com

tag dijo...

Este me ha gustado mucho.
Me apunto el nº 9 para cuando haya que votar.

¿a cuentos se pueden votar, Pilar?

pfp dijo...

anareis, me pongo en contacto contigo pronto. por mi encantada.

Tag, todavía tengo que publicar dos relatos más en cuanto acabe cuelgo el mecanismo de votación, como en el concurso nº1, a tres relatos, 3p, 2p, 1p

tag dijo...

Pilar, te he contestado en mi blog. Pero por si no lo lees, te he traido aqui tu Premio.

Tu eres la única que has visto la realidad.
Fue muy bonito,una historia preciosa y prometedora pero lo que no os he contado es como continuó.

Algún dia seguiré contando en uno de tus Relatos de mujeres.
Yo tambien tengo muchos callos....

Besos

pfp dijo...

Tag, eres otro hallazgo maravilloso en este mundo blogero. Gracias.